Publicado en Diario SUR por Francisco Moreno Moreno
La historia, que es muy tozuda, nos advierte, no suele haber segundas oportunidades cuando se pierde la igualdad ante la ley y, por ende, la libertad
Quién nos iba a decir que el PSOE, con sus 140 años de historia, iba a mendigar sin ningún pudor el apoyo de Oriol Junqueras, un sedicioso y malversador de fondos públicos sentenciado en firme por el Tribunal Supremo. Desprecio absoluto de Pedro Sánchez a los valores elementales de la democracia y a los electores que de buena fe confiaron en su palabra de no avenirse con populistas de extrema izquierda, ni sostenerse en independentistas. Silencio atronador de los barones socialistas que se unieron en su día para echarle de la secretaría general del partido, precisamente para evitar que pactara con los que quieren demoler el marco constitucional y destruir España como nación.
Hoy la realidad de nuestro país es esta: un gobierno social-comunista, bautizado hace unos meses por el que lo preside de ‘insomnio’, sostenido por ERC y Bildu, todos conjurados para que nada ni nadie interfiera en sus intereses particulares. Otegi, personaje indeseable, terrorista confeso que socialistas y populistas se esfuerzan en blanquear pactando con sus secuaces en Navarra, afirmó textualmente que este Ejecutivo al frente del Estado era una gran oportunidad. Podemos, cuyos principales dirigentes afirman sin tapujos que en España hay presos políticos, partido que tiene el dudoso honor de contar en sus filas con destacados asesores del tirano Nicolás Maduro, ha conseguido sentarse con mando en plaza en el Consejo de Ministros.
Estos acontecimientos me invitan a pensar que la frase «cuanto peor, mejor» pueda tener bastante vigencia para la sociedad española. Esta expresión, que en su origen se atribuyó a Lenin en la Revolución de Octubre, entrañaba básicamente una idea: desestabilizarlo todo hasta un extremo de no retorno, que provocara una revuelta sangrienta como paso previo a la dictadura del proletariado. Excepción hecha de algunos fervorosos devotos que aún creen en el paraíso terrenal de una sociedad igualitaria sin clases, con todas las necesidades cubiertas, el guión de todo militante comunista que se precie no ha variado. El ejemplo más reciente de la ejecución del método lo tenemos en la Venezuela bolivariana, dejar que todo se hunda, acabar con la democracia para que algo nuevo surja, no importa si es el caos absoluto, la miseria, el terror, la cárcel y el exilio.
No conviene pensar que estas situaciones solo ocurren en países lejanos o que, por estar en Europa, somos inmunes a un progresivo y calculado deterioro de nuestras instituciones. Se empieza por alcanzar el poder ejecutivo mintiendo sin escrúpulos a los votantes, y una vez ocupado, con más o menos prisa pero sin pausa, se asalta el poder judicial. A algunos hechos de rabiosa actualidad me remito:
Primero.-Las condiciones irrenunciables del condenado Junqueras y aceptadas dócilmente por Sánchez van desde designar a dos nuevos responsables para la Abogacía y la Fiscalía General del Estado más proclives a los buenos oficios con el convicto hasta aceptar una consulta solo para Cataluña que afecta a la unidad de nuestro país.
Segundo.-En un giro de 180 grados,los socialistas pasan de considerar un problema de convivencia a resolver, a admitir la existencia de un conflicto político que se ha de dirimir en una mesa entre iguales, España-Cataluña, como si de dos estados soberanos se tratara. Y para que nadie se lleve a engaño de hasta dónde puede llegar la infamia, se confirma al inhabilitado Torras como interlocutor en la negociación.
Tercero.-Se acuña un nuevo concepto -‘la desjudicialización de la política’- que no significa otra cosa que ‘impunidad’, desautorizando a jueces y fiscales ante delitos graves que atentan contra la integridad y la seguridad del Estado.
Cuarto.-Se cuestiona la validez de nuestro Código Penal con una finalidad: favorecer a los socios de investidura fugados y en prisión, con una revisión a la baja de la pena contemplada para el delito de sedición. Si el delincuente no muestra arrepentimiento e incluso manifiesta que volverá a intentarlo, se le acomoda la ley para que ésta no obstaculice sus propósitos, por muy deleznables que sean.
Por si queda alguna duda acerca de la indefensión a la que se está sometiendo a nuestra patria, con tal de atornillarse al poder, el Gobierno no va a recurrir la decisión de Joaquín Torra de abrir nuevas embajadas de la Generalidad en el extranjero, que no tienen otra misión que desprestigiar a España en todos los foros internacionales.
Esta es la hoja de ruta diseñada y definida desde un inicio por comunistas e independentistas que nunca ocultaron sus intenciones, y que un PSOE arrodillado, un partido antaño comprometido de forma inequívoca con la fortaleza del Estado de Derecho, ha hecho suya sin rechistar. Me resulta inexplicable que ninguna de las principales figuras socialistas de ayer y de hoy reaccione ante tamaña humillación. ¡Qué decepción!
Como sociedad civil no podemos permanecer impasibles ante unas circunstancias que amenazan nuestro sistema de vida, en el que algunos podrán saltarse las normas sin que la Justicia, maniatada por políticos amorales, pueda intervenir. Debemos alzar la voz con energía haciendo uso de todos los medios que nuestra Constitución aún permite. La historia, que es muy tozuda, nos advierte, no suele haber segundas oportunidades cuando se pierde la igualdad ante la ley y, por ende, la libertad. Venezuela y Cuba son vivas muestras de cómo acaban estas derivas.
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